Por la mañana temprano, Al Parker quiere acostarse con su novio. Pero éste prefiere ducharse. No importa, Al va a masturbarse. No es de los que reprimen sus impulsos: cuando siente la necesidad de vaciarse las pelotas, se las vacía. Una ocasión para admirarle, más guapo que nunca, apretándose los cojones y puliendo su legendaria polla. Podríamos ver a esta estrella de época correrse durante horas. Su hombre no sabe lo que se pierde.