Non-Stop - Bijou Gay Classics

Non-Stop es el título más adecuado que podría tener esta película. El cachondo azafato Steve Collins visita a un amigo en Nueva York y tiene tanto sexo, en casi todas sus variantes, como una persona puede tener en un día. Esta película de Steve Scott, bellamente rodada y protagonizada por hombres magníficos y masculinos, es a la vez un jugueteo salvaje y un recordatorio de cómo solía ser el porno gay. Una escena destacada tiene lugar en el ahora demolido Chelsea Piers, otra en una azotea y otra en el hueco de una escalera. El guapo y bigotudo Collins conduce desde el aeropuerto hasta su apartamento de West Hollywood. Allí encuentra al truco de su compañero de piso, el rubio cegador Peter Waves, en la cama y desnudo. Así que antes de vestirse para ir a Nueva York, se divierte un poco antes de las vacaciones con los objetos usados de Waves. Waves tira de la bonita polla prepucio de Collins y la desliza en su boca caliente. Cuando Collins está bien tieso, Waves se sienta encima de su palo rítmico y lo cabalga hasta el éxtasis. La corrida de Collins es capturada en la característica cámara lenta del director Steve Scott. Collins vuela a Nueva York y llega al apartamento de su amigo. Este amigo suyo, la sexy estrella de telenovelas Casey Donovan, está durmiendo la siesta en un sofá plegable con el semental Steve Anthony. Collins se desnuda y se une a ellos. Por la mañana, los tres se regalan un trío con Collins probando la gran salchicha de Anthony antes de que le limpien las tuberías. Hay algunos juegos preliminares realmente sexy en esta escena, pero por desgracia se detiene demasiado pronto. No es que la follada no sea caliente - es una interesante combinación de lentitud y atletismo - pero la forma en que los tres hombres se acarician y se besan es demasiado buena para desaparecer tan rápido. En otro lugar de la Gran Manzana, el productor de telenovelas Eric Ryan hace el amor con su novio, el bigotudo Daniel Holt. Hacen un sesenta y nueve, enterrando sus caras en los gruesos arbustos del otro. En general, la sesión se ajusta a las normas, pero el increíble trabajo de cámara y el ritmo le dan un toque especial. De vuelta en el apartamento de Donovan, Collins toma una ducha. Mientras se seca, ve a un rubio con un Speedo rojo (Steve Peters) en un tejado cercano. El rubio también le ve, así que se baja los calzoncillos y empieza a masturbar su polla sin cortar. Collins saca su polla de la toalla y hace lo mismo. Se masturban mutuamente: el rubio se amasa las nalgas y ofrece miraditas a su agujero; Collins prácticamente se pone de puntillas. Cuando ambos se corren, lo hacen a lo grande. Antes, Daniel Holt entregó un guión a Donovan y Collins y él se miraron. Más tarde, Holt ve a Collins en el escaparate de una tienda y lo atrae silenciosamente al Chelsea Piers para un polvo rápido. El suspense en el intercambio de palabras y el viaje a los muelles es increíblemente erótico y el escenario de los muelles es visualmente impactante y está bien fotografiado. Collins se traga con pericia el titánico bastón de Holt (el tamaño de este tipo avergüenza a la mayoría de las estrellas "colgadas de caballo") y luego se lo folla contra una ventana abierta, con la luz del sol cayendo sobre ellos. Las mamadas son increíbles, la follada cruda, los primeros planos preciosos y, como extra, un hombre anónimo, cuya cara nunca vemos, observa el proceso y se masturba. Donovan concluye la película con un pequeño cóctel de semen, servido por un latino (Jorge Rodríguez) en el hueco de una escalera. Después, Collins vuelve a Hollywood, donde podemos estar seguros de que continuará con su diversión Non-Stop. Según Advocate Men, se trata de "una película madura que otros productores de vídeo gay deberían estudiar para obtener pistas sobre cómo hacerlo bien". "Episodio 5, es una secuencia de fantasía de alta tecnología y adoración de chupar y dar por culo entre Donovan y su jefe, Ryan. Casey está en su mejor momento." - Men, Noviembre 1984 "Casey Donovan, al igual que Daniel Holt, nunca se había mostrado tan bien ....aquí desprende una personalidad totalmente nueva que le granjeará un público totalmente nuevo". -- John Rowberry Una crítica menos elogiosa de Manshots, de febrero de 1992, incluso admite: "Hay, sin embargo, una secuencia verdaderamente extraordinaria en la que tanto Scott como sus intérpretes dan lo mejor de sí mismos: Una escena de sexo público en los muelles, ahora demolidos, a lo largo del paseo marítimo occidental de Greenwich Village".